La corrupción no es exclusiva de los políticos y las empresas: los ciudadanos de a pie también podemos caer en ella. Sin embargo, también podemos combatirla incorporando hábitos en nuestra vida diaria.
La corrupción es el abuso del poder encomendado para el beneficio propio. Diversos estudios calculan que le cuesta a México entre 2 y 10% del producto Interno Bruto.
Esta práctica no solo se circunscribe a los presuntos desvíos de recursos hechos por políticos, la creación de empresas fantasma o los sobornos que pagan las grandes empresas, los ciudadanos de a pie también podemos ser corresponsables.
Por ejemplo, mientras el 51% de los mexicanos aceptó dar un soborno en rubros como servicios, salud y educación, en Argentina y Chile la cifra fue de 16 y 22%, respectivamente, de acuerdo con el ‘Barómetro Global de Corrupción 2017’ de Transparencia internacional.
“La corrupción de los ciudadanos se da en cosas muy comunes, infracciones de tránsito, sobornos para obtener permisos o licencias de construcción. Pero también se da en otros ámbitos, en donde los beneficios son mayores como en losas contrataciones con gobierno, licitaciones”, dice Luis Pérez de Acha, comisionado del Sistema Nacional Anticorrupción.
Para frenar el círculo vicioso de la corrupción, los ciudadanos podemos seguir algunos consejos básicos:
El primer paso es conocer los tipos de corrupción que existen. No hay una, sino múltiples expresiones que van desde un soborno a la policía hasta el lavado de dinero.
“No hay manera de que el país cambie si creemos que la corrupción se únicamente darle o no mordida a un policía, para muchos ciudadanos parecería que es el único acto de corrupción y piensan ‘si no le doy dinero, entonces no pasa nada’”, comentó Max Kaiser, director de anticorrupción del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO)
La corrupción genera costos monetarios directos e indirectos para la sociedad. Los directos incluyen el dinero que los ciudadanos y las empresas destinan a pagos de sobornos para agilizar, aprobar o evitar trámites, pagos, solicitudes o inspecciones.
Los indirectos van desde una disminución en la inversión extranjera, una mayor desigualdad en la distribución de los recursos o en una erosión de la legitimidad y confianza en las instituciones.
El costo promedio de un acto de corrupción fue de 2,799 pesos por adulto víctima de corrupción en 2015, mientras que por empresa víctima de corrupción fue de 12,243 pesos en 2016, de acuerdo con el INEGI.
“El ciudadano común está atado de manos en muchas ocasiones, en otras si tiene algunos márgenes de maniobra para evitar incurrir o fomentar la corrupción. (…) Hay que conocer nuestros derechos, cuando nos detienen en la calle y nos amenazan con llevar el coche al corralón, en muchas ocasiones eso está prohibido”, dijo Pérez de Acha.
Adicionalmente, cuando existe una mayor percepción de corrupción en la administración de justicia (MP y policías judiciales) hay mayor recepción de quejas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
No solo basta con conocer los tipos de corrupción, los ciudadanos también debemos aprender a negarnos a estos actos.
“Es muy sencillo señalar la corrupción de la clase política, de las grandes empresas, pero es menos sencillo aprender a decir que no. Aunque pueda ser riesgoso, decir que no es la única forma de no ser parte del problema”, dijo. Kaiser.
“No hay facilitar este tipo de actos, debemos resistirnos porque si no, solo logramos soluciones de corto plazo y estamos derribando lo poco o mucho que pueda quedar de las estructuras del Estado”, comentó Pérez de Acha.
México se situó en el lugar 66 de 69 del Índice Global de Impunidad en el 2017, con lo que se ubica como la cuarta nación más impune. Esto es un reflejo de que la ciudadanía confía poco en los mecanismos de denuncia.
No obstante, los especialistas coinciden en que los ciudadanos deben arriesgarse a denunciar.
“Hay que tener el valor cívico de denunciar a aquellos servidores públicos que pretenden hacer su labor a través de la corrupción si no denunciamos nunca habrá casos suficientes en las instancias que resuelven, investigan y sancionan y podrán seguir diciendo ‘aquí no pasó nada’”, dijo Kaiser.
Agregó que, si el ciudadano cree que puede haber algún riesgo por presentar una denuncia como alguna venganza de un servidor público o una empresa, puede buscar alternativos como las denuncias anónimas, acudir a los medios de comunicación, entre otras instancias.
Para no ser el único que intente presionar a las autoridades en un caso de corrupción, los ciudadanos deben organizarse, para de esta manera, multiplicar su fuerza.
“A veces, es difícil ser el único que dice que no, que pretende modificar la forma de hacer las cosas en un sector, tema o comunidad”, comentó Kaiser, quien agregó que también hay que participar en las discusiones políticas en este contexto electoral, para conocer las soluciones que ofrecen los candidatos para atacar la corrupción.
Tomado de Alto Nivel (2018). 4 hábitos para que tú y yo combatamos la corrupción todos los días. Disponible en https://www.altonivel.com.mx/actualidad/mexico/habitos-para-combatir-la-corrupcion/